Un total de 10,363 puntos de extracción ilegal fueron encontrados en el 2017 en ductos de la empresa estatal PEMEX, dejando un promedio de 28 detecciones diarias. Se estima que el número podría ser mayor si se consideran las perforaciones no encontradas y que aún representan una gran pérdida de combustible. El número es alarmante al considerar que, en 2016, el número de perforaciones encontradas fue de 6,873, un incremento del 50% para el 2017.

De acuerdo con los reportes, la gasolina y el diésel robado es vendido por vendedores ilegales e incluso es vendido en gasolineras establecidas. En un enunciado de PEMEX, se afirma que las autoridades han clausurado 70 estaciones por vender presunto combustible robado. De acuerdo con los enunciados del gobierno mexicano, en 2016 PEMEX tuvo pérdidas que rondan los mil millones de dólares a causa del combustible robado. El dato para el año 2017 no ha sido revelado.

El narcotráfico es uno de los principales destinos del combustible robado. En diferentes localidades se han detenido ladrones mientras realizaban el robo, en donde se han encontrado armas de fuego pesadas como rifles de asalto y rifles de francotirador calibre 50.

El riesgo de estos robos es elevado, ya que los ladrones utilizan taladros de mano para perforar el ducto y colocar las mangueras con las que llenan tanques, mismos que son después transportados a camiones cisterna. En distintos países se han hecho reportes de grandes daños ambientales, incendios o explosiones que dejaron pérdida de vidas humanas; siendo el robo de producto el detonante. Los robos en México han sido detectados debido a las fugas que dejan, caídas de presión o porque generan incendios.

Es importante que los operadores de ductos posean sistemas de detección de fugas confiables, con una mínima tasa de falsas alarmas y que funcione aun cuando se presenten cambios operacionales en el ducto. Los sistemas de detección de robo son ajustados para detectar fugas más pequeñas, ya que generalmente los ladrones extraen producto del ducto a tasas más bajas que el umbral de detección. Si un sistema de detección de fugas común con una alta sensibilidad, la probabilidad que genere falsas alarmas aumenta, perdiendo la confianza del operador.